Es un hecho que la energía es fundamental para el crecimiento económico y social de un país. Entonces ¿por qué debemos ahorrar su consumo y trabajar al mismo tiempo en el desarrollo de nuevas tecnologías para su generación?, básicamente por 2 razones: El agotamiento de los recursos energéticos no renovbles y el impacto negativo que estos tienen sobre el medio ambiente.
El petróleo, el carbón, el gas natural y el uranio, constituyen en su conjunto los recursos energéticos más empleados a nivel mundial. Sin embargo, tales productos requieren un proceso de formación de millones de años, por lo que al ritmo actual de consumo tarde o temprano terminarán por agotarse o dejarán de ser rentables desde el punto de vista económico, lo que sin duda será un problema muy grave para las futuras generaciones, por eso es importante reusar y reciclar productos como latas de aluminios y botes de plástico que ya se está llevando acabo como lo vemos en los avisos de ocasión sobre la compra de estos productos, pero todavía falta más participación.
Durante la extracción de los recursos energéticos, transformación, transporte y consumo, se producen importantes efectos indeseables en el medio ambiente, tanto a nivel local como global.
Contaminación atmosférica
Hoy en día, la mayor parte de la electricidad es generada a partir de la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural. Esto produce altas temperaturas que mueven algún tipo de máquina térmica, a menudo una turbina de vapor. Sin embargo durante la combustión se producen diferentes compuestos contaminantes que son emitidos a la atmósfera, como el dióxido de carbono, el cual impacta directamente sobre el clima, al influir sobre el calentamiento global. Asimismo, dependiendo del combustible empleado, se origininan otros compuestos tóxicos como el ozono, el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, estos 2 últimos precursores de la lluvia ácida.
